CDP indaga sobre lo que representa la lucha ambiental en el plano local. Y aunque las ciudades identificaron 2.022 riesgos asociados, 397 vieron un total de 1.028 oportunidades económicas. En estas, la articulación con las compañías se vuelve fundamental.
El Acuerdo de París dio el puntapié inicial en una serie de hitos ambientales en el plano internacional. Sin embargo, para alcanzar los ambiciosos objetivos que plantea el pacto, se vuelve indispensable la acción localizada. En este sentido, las ciudades son un actor clave y deberán trabajar con un amplio abanico de stakeholders para reducir de manera substancial las emisiones de gases de efecto invernadero, adaptarse a los efectos del cambio climático y beneficiarse económica y socialmente de un entorno de bajo carbono.
Esto las lleva a perseguir alianzas concretas con las empresas. Así lo revela el nuevo informe de CDP "It takes a city: The case for collaborative climate action" que se basó en los datos divulgados por 533 localidades este año.
"Las ciudades tienen un claro apetito por colaborar con el sector privado en torno al cambio climático y lo ven como una oportunidad económica", señaló Maia Kutner, Presidente de Ciudades en CDP.
Esto se debe a que no son ajenos a los peligros de la problemática. Solo este año, las ciudades identificaron en sus comunicados 2.022 riesgos asociados en sus comunidades, desde temperaturas extremas a inundaciones y escasez de agua. Y el 63% de estos ya se están manifestando o lo harán en el corto plazo.
Parte del problema, parte de la solución
Además, las urbes alrededor del globo son responsables por aproximadamente tres cuartos de las emisiones totales. En este sentido, el uso energético, el comportamiento y hábitos de sus ciudadanos son factores que jugarán un rol importante. Sin embargo, las operaciones municipales solo representan el 3% de lo producido en las ciudades. El resto proviene de fuentes sobre las que las autoridades no tienen control, tales como edificios y transporte privado que dependen de corporaciones, otros niveles gubernamentales o de ciudadanos.
Por otro lado, la inversión necesaria para generar una infraestructura de transporte, energía, agua, residuos y telecomunicaciones de bajo carbono se estima en los US$57 billones entre ahora y el 2030. Un monto de tal magnitud necesariamente implica la colaboración con negocios e inversores. De ahí el aumento en el interés por modelos mixtos de financiamiento en los que instituciones públicas como los bancos de desarrollo puedan reducir los riesgos para los negocios.
"Es más probable que las ciudades y las compañías que trabajen juntas atraigan financiamiento del sector privado porque en la actualidad no está fluyendo lo suficiente a las ciudades", detalló la vocera de CDP.
Sin embargo, los motivos no son solo por cuestiones relacionadas a la resposabilidad o la amenaza, sino que también tiene su costado atractivo. Y en esta línea, 397 ciudades identificaron un total de 1.028 oportunidades económicas.
Conscientes de esto, las alianzas se vuelven esenciales ya que el trabajo articulado entre diferentes entidades vuelve los esfuerzos más efectivos. Esto se debe a que se generan oportunidades de compartir know how y recursos entre los jugadores. Los datos indicaron que la colaboración se está dando: casi dos tercios de las ciudades que reportan a CDP ya se encuentran generando iniciativas con el mundo empresarial. Estas se dan en las esferas de Intercambio de conocimiento, Desarrollo de negocios, Planificación legislativa, Implementación de proyectos y Financiamiento.
"Lo que veremos es un cambio hacia un mayor trabajo práctico en lo que hace a las reducciones de emisiones y un trabajo conjunto para el financiamiento de estos proyectos porque, como sabemos, se trata de un gran desafío", remarcó Kutner.
Así, 299 de las ciudades relevadas identificaron el potencial de desarrollar nuevos negocios y sectores industriales relacionados al clima como la de tecnologías limpias, mientras que 277 buscan involucrar a la inversión del sector privado en 720 proyectos por un valor de US$26.000 millones. La investigación también reveló que aquellas que entran en este modo colaborativo tienen más probabilidades de establecer y cumplir metas de reducción más ambiciosas. De las 190 ciudades que las tienen, un 74% también indicó generar alianzas.
Las áreas más populares de colaboración potencial son aquellas de eficiencia energética, reacondicionamiento edilicio, renovables y transportes. En cuanto a la región, la mayoría de las urbes latinoamericanas buscan oportunidades de colaboración en transporte y reciclado de residuos, pero los proyectos más costosos se centran en relación al agua.
La lupa en el plano regional
De todos modos, el estudio indicó que nuestra zona se encuentra a la par de África en términos de establecimiento de objetivos, siendo las dos regiones más atrasadas en la materia. En América Latina, 74 de las 136 metrópolis que divulgan buscan la inversión privada mientras que solo seis de ellas cuentan con una meta de disminución.
"En las ciudades africanas y latinoamericanas están menos avanzados en, por ejemplo, establecer metas o informar sobre sus planes o proporcionar informes exhaustivos. Entonces queda trabajo por hacer", disparó Kutner.
En lo que hace a las acciones concretas, 38 ciudades de nuestra zona desempeñan intercambio de conocimiento, 25 planificación de políticas/permisos, 16 financiamiento/incentivos, 15 desarrollo de negocios y solo 12 implementación de proyectos.
En lo que hace a la pata local, Buenos Aires llamó la atención de CDP y fue citada entre los ejemplos de vanguardia de la categoría de implementación. Así, se dio a conocer el Programa de Bicicletas que promueve el uso de estas como una forma de transporte ecológica, saludable y rápida. El mismo incluye la creación de la red de bicisendas y los spots de aparcamiento, como también la promoción en el sector privado. De hecho, más de 100 empresas se unieron y alientan a sus colaboradores a participar.