Así lo concluye el reciente informe Fostering Effective Energy Transition 2020 del WEF que se basa en los análisis del cotizado Índice de Transición Energética de 2020. En el ETI 2020, que lidera Suecia por tercer año consecutivo, Argentina se ubica en un prometedor puesto 56 de 115.
Si no se actúa con urgencia, la crisis generada por el COVID-19 pondrá en peligro la transición global hacia las energías limpias. Así lo advierte el Foro Económico Mundial (WEF) en su reciente estudio Fostering Effective Energy Transition 2020 – Promoción de una transición energética efectiva. El informe se basa en los análisis del cotizado Índice de Transición Energética (ETI, por sus siglas en inglés) de 2020.
El ranking que este año evaluó el desempeño de 115 economías, mostró que 94 de ellas mostraron progresos desde 2015, con Suecia a la cabeza. Sin embargo, en términos generales la sostenibilidad ambiental sigue a la zaga. Los expertos apuntan que la actual pandemia nos da la oportunidad de replantearnos cómo se produce, suministra y consume la energía, al tiempo que demandan una mayor colaboración para garantizar que no se retroceda en los logros conseguidos hasta el momento.
El informe pone de relieve el riesgo que existe de que se pierdan los últimos avances obtenidos, con un descenso sin precedentes en la demanda, la volatilidad en los precios y un aumento de la presión para mitigar los costes socioeconómicos, que ponen en duda el camino de la conversión a corto plazo. En este contexto, el reporte señala que las políticas, las hojas de ruta y los marcos de gobernanza para este proceso en los ámbitos nacional, regional y global deben ser más sólidos y resilientes ante los impactos externos.
"Este enorme reinicio nos da la opción de poner en marcha estrategias agresivas, progresistas y a largo plazo que nos lleven hacia un sistema energético diversificado, seguro y fiable que, en última instancia, servirá para ayudar al crecimiento futuro de la economía mundial de forma sostenible y equitativa", reflexionó Roberto Bocca, Responsable de Energía y Materiales del Foro Económico Mundial.
"La pandemia de coronavirus ofrece la oportunidad de plantearse una intervención poco ortodoxa en los mercados energéticos y una colaboración global para apoyar una recuperación que acelere la transición energética cuando esta dura crisis se haya calmado. Este enorme reinicio nos da la opción de poner en marcha estrategias agresivas, progresistas y a largo plazo que nos lleven hacia un sistema energético diversificado, seguro y fiable que, en última instancia, servirá para ayudar al crecimiento futuro de la economía mundial de forma sostenible y equitativa", reflexionó Roberto Bocca, Responsable de Energía y Materiales del Foro Económico Mundial.
Los principales jugadores del ETI 2020 A nivel país, Suecia (1) lideró el ETI por tercer año consecutivo, seguido de Suiza (2) y Finlandia (3). Francia (8) y Reino Unido (7) son los únicos países del G20 que se encuentran entre el Top Ten. El resultado es dispar en el resto del G20. En el caso de Argentina se encuentra en el puesto 56 entre 115 países en el índice de Transición Energética 2020, como uno de los pocos países a nivel global que hizo movimientos pequeños, pero consistentes para mejorar desde hace unos años. En cuanto a los centros de demanda emergentes como India (74) y China (78), han realizado esfuerzos de manera consistente para mejorar un entorno posibilitador que incluya compromisos políticos, inversión y participación del consumidor, innovación e infraestructuras, entre otros aspectos. En lo que refiere a China, los problemas de contaminación atmosférica se han materializado en políticas de control de emisiones, electrificación de vehículos y desarrollo de la capacidad más grande del mundo en cuanto a paneles solares fotovoltaicos y centrales eólicas terrestres. Centrando la lupa en India, los avances se han producido gracias a un programa de expansión de energías renovables impuesto por el gobierno y que acaba de ampliarse a 275 GW con vistas a 2027. La nación también ha dado importantes pasos en lo relativo a eficiencia energética, mediante adquisiciones masivas de bombillas LED, contadores inteligentes y programas para el etiquetado de electrodomésticos. También se han puesto en marcha medidas similares destinadas a reducir los costes de los vehículos eléctricos. La tendencia ha sido moderadamente positiva en Alemania (20), Japón (22), Corea del Sur (48) y Rusia (80). Alemania ha mostrado un firme compromiso en la eliminación gradual del carbón y la descarbonización de la industria mediante hidrógeno limpio, aunque la asequibilidad de los servicios energéticos ha supuesto todo un desafío. En paralelo, en Rusia el sector energético sigue siendo un pilar fundamental de la economía, y el país conserva su liderazgo mundial en el ámbito de la seguridad energética, aunque sus avances en sostenibilidad ambiental han sido moderados. Tanto Japón como Corea se enfrentan a desventajas naturales en su condición de importadores netos de energía. A pesar de esas contras, factores como un entorno empresarial innovador, el desarrollo de la infraestructura y el compromiso político siguen siendo herramientas clave en estos países. Por otra parte, la calificación del ETI para los Estados Unidos (32), Canadá (28), Brasil (47) y Australia (36) se ha quedado estancada o va en descenso. Los desafíos confirman la complejidad de las concesiones que conlleva la transición energética. En los Estados Unidos, los factores adversos tienen que ver en su mayoría con la política medioambiental, mientras que, para Canadá y Australia, resulta complicado equilibrar la transición energética con el crecimiento económico, debido al papel que desempeña el sector energético en su economía. |
El nuevo coronavirus ha obligado a empresas en distintos sectores a adaptarse a la interrupción operativa, a los cambios en la demanda y a nuevas formas de trabajo, mientras los gobiernos han lanzado paquetes de recuperación económica para mitigar estos efectos. Desde el WEF apuntan que si estos paquetes se aplican teniendo en cuenta estrategias a largo plazo, también podrían servir para acelerar la transición a energías limpias, ayudando a los países a ampliar sus esfuerzos encaminados a adoptar sistemas energéticos inclusivos y sostenibles.
El panorama de este 2020
Para intentar echar un poco de luz en el terreno, la investigación buscó entre los análisis del ETI. El cotejo tuvo en cuenta indicadores como el crecimiento y el desarrollo económico, la sostenibilidad ambiental, y el acceso y la seguridad energéticos, así como su nivel de preparación para una transición a sistemas energéticos inclusivos, asequibles, sostenibles y seguros. Los resultados de este 2020 muestran que a pesar del progreso que tuvo el 75 % de los países en su sostenibilidad ambiental, la calificación media global de este indicador fue la más baja de las tres categorías evaluadas.
El hecho de que solo 10 de 115 países hayan mejorado de manera estable sus calificaciones del ETI desde 2015 demuestra la complejidad de la transición energética. Argentina (56), China (78), la India (74), e Italia (26) están entre los principales países con mejoras consistentes anuales. Otros como Bangladesh (87), Bulgaria (61), la República Checa (42), Hungría (31), Kenia (79) y Omán (73) también han realizado avances considerables. Por otro lado, las calificaciones para Canadá, Chile (29), el Líbano (114), Malasia (38), Nigeria (113) y Turquía (67) han descendido desde 2015. Por primera vez, Estados Unidos no figura entre los 25 con mejor calificación, principalmente debido a la perspectiva de incertidumbre normativa respecto a la transición energética.
Desde el reporte explican que estos avances son el resultado de aplicar enfoques graduales multidimensionales que incluyen la tarificación del carbono, el cierre de plantas de carbón antes de lo previsto y el rediseño de los mercados del sector eléctrico al objeto de integrar fuentes energéticas renovables. El documento también destaca que los avances obtenidos con mucho esfuerzo ponen de manifiesto las limitaciones que traen depender únicamente de logros graduales, a partir de políticas y tecnologías existentes, para alcanzar la transición a energías limpias.
Al examinar la muestra, el avance global más significativo se observó entre las economías emergentes, donde la calificación media de ETI de los países en el 10 % superior se ha mantenido constante desde 2015, lo que pone de manifiesto la necesidad urgente de adoptar soluciones innovadoras, ahora amenazadas por el COVID-19.
En economías avanzadas, el "acceso" viene determinado por la asequibilidad. Las facturas de servicios suponen una parte cada vez mayor del gasto de los hogares, una dificultad que podría verse exacerbada por la incertidumbre económica generada por la COVID-19. Además, la seguridad energética es cada vez más vulnerable a fenómenos meteorológicos extremos como huracanes, inundaciones e incendios —que cada vez ocurren con más frecuencia e intensidad—, así como a los ciberataques.
Aunque aún existe una gran distancia entre lo que necesita, lo que se promete y lo que es probable que se consiga, las alteraciones combinadas de la COVID-19 han desestabilizado el sistema energético global, lo que conlleva posibles retrocesos a corto plazo. Con este complejo telón de fondo, desde el WEF remarcan que en última instancia, se requieren grandes esfuerzos para garantizar no solo el mantenimiento de los impulsos recientes, sino su aceleración, con el fin de conseguir los ambiciosos objetivos que necesitamos.