El viejo continente está siendo el paradigma de la lucha. Con Francia en primera fila, e Italia siguiendo de cerca, la Unión Europea está despertando y dictando el paso.
A nivel mundial, una de las grandes contradicciones que persisten es la cantidad de comida que se tira y el número de personas que sufren por falta de ella. Con esto en mente y con la visión de reducir el impacto en el entorno, algunos estados europeos están marcando el rumbo para cambiar la situación.
Así, Francia se convirtió en el primer país del mundo en prohibir a los supermercados que tiren o destruyan intencionalmente los alimentos no vendidos. El nuevo mandato es la culminación de una larga campaña liderada por Arash Derambarsh, concejal local de Courbevoie. La coalición que incluye consumidores, ambientalistas y activistas anti pobreza, espera poder abarcar otras formas de desperdicios y como meta final, expandir el movimiento a toda la Unión Europea.
"El problema es simple: tenemos comida que se desperdicia y gente pobre que tiene hambre", disparó Derambarsh.
Italia fue el segundo en sumarse a esta búsqueda y bajo el nombre de "Despilfarro Cero", se aprobó en el Congreso una normativa similar que llega a productores, vendedores y consumidores. A diferencia de la medida francesa, que multa a las empresas, Italia busca atraer a los negocios con incentivos para ayudar a taclear esta problemática que representa unos €12.000 millones anuales.
"Castigar a los derrochadores no ayuda mucho: esto se trata de alentar las donaciones", opinó María Chiara Gadda, del Partido Democrático, quien presentó la ley.
Despertar el compromiso
Con dos acercamientos que comparten puntos y se diferencian en otros, la meta es la misma: generar una conciencia colectiva que empiece por los actores de peso. De este modo, la ley francesa aprobada por unanimidad en febrero por el senado exige a los locales mayores a 400 metros cuadrados a donar sus excedentes a caridades y bancos de alimentos o enfrentarse a un multa de €3.750.
La legislación también tiene en mira la desmedida destrucción de comida, con la intención de frenar la práctica de daño con cloro o de almacenamiento en basureros cerrados para que las personas no puedan acceder a ellos.
"Ya que los supermercados se verán en la obligación de firmar un acuerdo de donación con las caridades, seremos capaces de incrementar la calidad y diversidad de los alimentos que obtenemos y distribuimos. En términos de balance nutricional, en la actualidad tenemos un déficit de carne y una falta de frutas y vegetales. Esto nos ayudará a presionar para conseguir estos productos", explicó Jacques Bailet, Presidente de Banques Alimentaires.
Hasta ahora, los bancos de alimentos franceses recibían 100.000 toneladas de bienes, de los cuales 35.000 provenían de supermercados. Con la nueva legislación se espera un incremento mínimo del 15%. El apoyo corporativo no tardó en llegar de la mano de Carrefour, el mayor grupo de Francia, que comenzará a construir sobre la base de donaciones que sus sedes ya hacen. "Esta batalla recién está comenzando. Ahora tenemos que pelear el desperdicio de alimentos en restaurantes, panaderías, comedores escolares y comedores corporativos", apuntó Arash Derambarsh.
Con este espíritu de contagio, Francia se pone a la vanguardia del continente. "La pelota ahora está en la cancha del presidente de la comisión, Jean-Claude Juncker, y de los líderes europeos. Tienen la responsabilidad ante la historia y ante las 500 millones de personas de Europa. En este momento les digo directamente a todos ellos: ahora depende de ustedes. De hacer esto, y hacerlo antes de fin de año", declaró el concejal local de Courbevoie.
Simplificar el proceso para potenciar el efecto
Otras partes de la ley apuntan a terminar con los embrollos burocráticos que han complicado la donación de excesos en el pasado. Ahora, por ejemplo, será más fácil donar la comida directamente desde las fábricas a los bancos de alimentos.
Lo mismo sucede en Italia. Hasta ahora, cualquier bar, restaurant o supermercado que quisiera donar, debía declarar todo con anticipación, convirtiéndolo en una pesadilla burocrática. Con la nueva ley, solo tendrán que llenar una declaración mensual en la que se anoten todas las donaciones que se hicieron y existen 17 artículos que buscan solucionar la regulación de seguridad para facilitar el proceso.
Además ofrece reducciones en los impuestos de basura, que variará de acuerdo a la cantidad que se entregue a caridades. "Estamos haciendo que sea más conveniente para las compañías donar antes que tirar. Actualmente, recuperamos 550 millones de toneladas de excesos de comida cada año, pero queremos llegar a mil millones en 2016", señaló Maurizio Martina, Ministro de Agricultura de Italia.
Obligatorio o voluntario, todo suma
De esta forma, las dos naciones van más allá y son más ambiciosas que algunas de las medidas que están adoptando otros gobiernos, como el acuerdo voluntario entre con el sector de retail y las tiendas de comestibles para reducir el desperdicio de comida y packaging en la cadena de suministro del Reino Unido. Sin embargo, no es posible negar el éxito que ha alcanzado a la hora de reducir los desperdicios a través de estos esfuerzos no mandatorios. En parte gracias a las acciones lideradas por la industria para reducir el desperdicio en la cadena de suministro, en Gran Bretaña el sector de retail es responsable solo por el 1,7% de lo que se tira.
Además, en septiembre de 2015, se introdujo una ley con provisiones similares a la sala de los Comunes de la mano del laborista Kerry McCarthy. Se prevé su debate antes de finalizar esta primera mitad del 2016.
Los minoristas también caen bajo la visión de la legislación francesa, con otra ley que entró en vigor en enero y se centra en el desperdicio en restaurantes al exigir a los retailers a ofrecer bolsas para sobras a los clientes. Una 7.1 millones de toneladas de desperdicio se genera cada año en Francia, total del que los consumidores son responsables por un 67%, seguidos por restaurantes en un 15% y la venta minorista en un 11%.
En una tendencia similar, el gobierno italiano también está investigando formas para mejorar el packaging y cambiar de desperdicio de los hábitos de los consumidores. Se invertirá 1 millón al desarrollo de empaquetamiento y 1 millón adicional se destinará a una campaña para promover el uso de las bolsas de sobras en los restaurantes, un esquema que se probó en la región de Veneto en 2015.
La innovación en un nuevo modelo de negocios
Dándole un giro completamente diferente a la cuestión, Dinamarca lanzó su primer supermercado que vende excedentes donados. Ubicado en Copenhagen, WeFood venderá los productos por un precio entre un 30% y 50% más barato que en las cadenas normales.
"WeFood es el primer supermercado de su tipo en Dinamarca y quizás en todo el mundo, ya que no solo está dirigido a compradores de bajos ingresos, sino a cualquiera que muestre preocupación sobre la cantidad de desperdicio de alimentos que se produce en este país. Muchas personas lo ven como una manera positiva y políticamente correcta de abordar la problemática", Per Bjerre, Jefe de Prensa de Folkekirkens Nødhjælp, la organización sin fines de lucro detrás de la tienda.
Para su cometido, Tiene un acuerdo con Føtex, una de las mayores cadenas de la nación escandinava para panes y otros bienes. El comercio también tiene arreglos con un importador de frutas cítricas, una carnicería y un productor de barras de frutas y nueces orgánicas. La recolección de los proveedores está a cargo de voluntarios.
"Es ridículo que la comida simplemente se tire o se desperdicie. Es malo para el medio ambiente y es dinero que se gasta en absolutamente nada. Un supermercado como WeFood tiene mucho sentido y es un paso importante en la batalla para combatir el desperdicio de alimentos", Eva Kjer Hansen, Ministra de Alimentos y Ambiente de Dinamarca. En los últimos cinco años, el país alcanzó una reducción de un 25% y con la incorporación del establecimiento apunta a reducir unas 700.000 toneladas anuales.