Le dieron una vuelta de tuerca a este índice que mide el bienestar social y lo llevaron a los territorios. Así ya cuantifican su impacto corporativo más allá de los ingresos de la comunidad y apuntan a generar una real mejora en la calidad de vida de la gente.
Cada vez son más las voces que aseguran que medir el bienestar económico, reflejado en el PBI, no alcanza Y que deja afuera de la mira muchas variables sociales claves como la escolarización, el acceso al agua potable o la libertad de expresión, que hablan de un bienestar mucho más integral. Fue así como en 2013, ideado por Michael Porter para medir la prosperidad en un nuevo nivel en la vereda de enfrente del PBI, nació el Indice de Progreso Social (IPS).
Más allá del PBI
Elaborado en 2013, el Índice de Progreso Social del Social Progress Imperative (SPI) mide el grado en que los países satisfacen las necesidades de carácter no económico de sus ciudadanos. Haciendo foco en los resultados, y evaluando la factibilidad y relevancia, se basa en 52 indicadores, agrupados en tres categorías: la satisfacción de las necesidades básicas para la supervivencia digna (mortalidad infantil, acceso al agua potable, condiciones habitacionales y variables de seguridad personal…) ; el despliegue de instrumentos eficaces de movilidad social (tasas de alfabetización, escolaridad, uso de Internet), y la disponibilidad de oportunidades para consolidar un estilo de vida (libertad de expresión, nivel de corrupción, respeto a la mujer). Hasta ahora solo se había utilizado para medir el desempeño de los países y definir programas de gobiernos. Así, a nivel global, desde 2013 evalúa a 161 países a partir de datos secundarios. Los diez países con más alto IPS son Noruega, Suecia, Suiza, Islandia, Nueva Zelanda, Canadá, Finlandia, Dinamarca, Holanda y Australia, en ese orden, quienes conforman que el grupo de “muy alto progreso social”. Un segundo grupo de 21 países, está categorizado como de “progreso social alto”, entre ellos Estados Unidos, Alemania, Reino Unido, Japón, Francia, Corea del Sur, y los latinoamericanos Uruguay, Chile y Costa Rica, en los puestos 24, 26 y 28, respectivamente. La Argentina se ubica en el puesto 38 y es uno de los 24 países de “progreso social medio-alto, junto con Grecia, Serbia, Brasil, Hungría, Paraguay, México, Jamaica y Kuwait. |
Hasta el momento se lo utilizó solo para medir el desempeño de países más allá del éxito económico, evaluando y dando visibilidad a diversos aspectos que afectan directamente a la calidad de vida y que por lo general quedan ocultos detrás las estadísticas de ingresos medios de los habitantes. Sin embargo, dos empresas lograron agregarle una buena dosis de innovación y aplicarlo a su trabajo en materia de inversión social e impacto en la comunidad.
Esta experiencia fuera de serie tuvo como protagonistas a Coca Cola y Natura, quienes junto a Ipsos, y con el apoyo metodológico del Indice de Progreso Social (IPS) y de la Red Progresso Social, desarrollaron el flamante índice IPS Comunidades.
"IPS Comunidades es la primera aplicación del Índice de Progreso Social al universo de los territorios, con el que las empresas Coca-Cola y Natura han demostrado que se puede utilizar como una herramienta eficaz para la formación de estrategias de valor compartido, aumentando el impacto colectivo", afirmó Michael Porter, Director del ranking de competitividad de las naciones del Foro Económico Mundial.
"IPS Comunidades es la primera aplicación del Índice de Progreso Social al universo de los territorios". Michael Porter
Inmersión en el territorio
A diferencia del IPS clásico, este nuevo desarrollo se construye a partir de la recolección de datos primarios y no secundarios. Su lanzamiento llega después de un año de desarrollo y tras una investigación realizada en el Medio Juruá, una región que comprende más de 50 comunidades ribereñas ubicadas a orillas del río Juruá, en el municipio de Carauari, estado de Amazonas, donde ambas compañías tienen proyectos que fomentan cadenas de suministro sostenibles.
Hace dos años, Coca Cola ingresó a la selva de Brasil para lanzar un jugo con sabor acai de la marca Del Valle. La idea fue capacitar a las familias de la zona en la recolección del fruto sin perjudicar el ciclo reproductivo de los árboles. Al hacerlo, apostaban por mejorar las condiciones de vida de las comunidades más pobres del país, donde el ingreso promedio per cápita es de R$142 reales por mes (cerca de $360 pesos argentinos). En la misma región, Natura se encontraba en un trabajo similar con la población local. Desde hace quince años, la cosmética apostó por instruir a los habitantes para recoger frutas como la andiroba y el murumuru necesarias para la elaboración de sus productos.
Sin embargo, pese a que el ingreso promedio de los trabajadores incrementó, los residentes seguían enfrentando problemáticas críticas, como la elevada tasa de mortalidad infantil. Frente a este panorama, las empresas decidieron unirse para encontrar su causa. "Solo medíamos cuánto generábamos en términos de ingresos para la región. Sentimos la necesidad de ir más allá para mejorar realmente la calidad de vida de las personas ", explicó João Paulo Ferreira, Vicepresidente de la Red Natura.
El mapeo basado en IPS contribuye a la consolidación de un proceso integrado y co-participativo de fortalecimiento de las instituciones locales, de creación de espacios democráticos y del involucramiento de múltiples partes interesadas. Esta articulación culminó con la formación de un Foro de Gestión Territorial triple, en el que el sector privado, el gobierno y la sociedad civil trabajan juntos en la búsqueda de soluciones a los problemas regionales.
Medición para la redefinición de la materialidad
Tras la indagación directa a 415 familias, las dos compañías encontraron que la tasa de mortalidad infantil de la zona ribereña era el doble que la de la zona urbana del municipio: de cada cinco familias, al menos una enfrentaba la pérdida de un niño menor de tres años. Mediante la identificación de las causas, la encuesta demostró que la dificultad no era la desnutrición, como los lugareños pensaban, y sí, la falta de saneamiento básico. En Medio Juruá solo el 5% de los hogares cuenta con servicios higiénicos conectados a la red de agua y alcantarillado.
Tras la indagación directa a 415 familias, encontraron que la tasa de mortalidad infantil de la zona ribereña era el doble que la de la zona urbana: de cada cinco familias, al menos una enfrentaba la pérdida de un niño menor de tres años.
En base a estos descubrimientos, las empresas llevaron adelante una revisión de su materialidad. Así, por ejemplo, vivienda y energía saltaron de ser una prioridad baja al escalón más alto. Si bien la evaluación se completó en mayo, algunas de las acciones se iniciaron con anterioridad en base a los datos preliminares. En diciembre, por ejemplo, las dos organizaciones ayudaron a la ONG Memorial Chico Mendes para organizar una solicitud de financiación de US$ 9 millones al Ministerio de Desarrollo Social con el fin de construir un sistema de alcantarillado y suministro de agua potable para 2.800 familias de la región.
En otros frentes, como la educación y la capacitación laboral, se asociaron con la Universidad Estatal de Amazonas para llevar adelante un curso superior de formación local de los maestros de la ribera, que se proyecta que comience en 2016. Hoy en día, apenas el 30% de los residentes mayores de 18 años completaron la escuela primaria y el problema en muchos casos es la falta de maestros.
En 2016, la idea es tomar el Índice de Progreso Social para otras comunidades, comenzando por los territorios de la región amazónica donde Natura ya opera. "Estamos a la espera de ver los resultados de la iniciativa en Carauari antes de incentivar a otras empresas", explicó Antonio Aranibar, Director de la Red global de Social Progess Imperative (SPI). Sin embargo, otros actores ya mostraron interés en su adopción en la definición de sus iniciativas de sostenibilidad, como la química alemana Bayer y los fabricantes de paneles de madera de Masisa de Chile.
El dinero no es todo
La metodología estará disponible en breve en el sitio web de la Red Social de Progreso Brasil (progressosocial.org.br) con el fin de ser replicado en otros contextos. En lo que hace al IPS Global, el ranking evalúa a nivel país 133 naciones, donde Noruega se posiciona como líder. Pero la utilidad de estas listas es detectar casos como el de Nueva Zelanda, que con la mitad del PIB per cápita, tiene casi la misma puntuación que el líder. O la comparación de Brasil, que siendo la séptima economía más grande del mundo, y con un PBI per cápita 8% superior a la de Costa Rica, se posiciona 14 lugares detrás del estado caribeño en el lugar 42.
Así, queda en evidencia más que nunca que a los niveles económicos es necesario equipararlos en otros frentes. "Tomó unos 50 años para que las naciones adopten el PBI como una métrica. Tenemos la intención de lograr lo mismo con el Índice de Progreso Social en cinco años ", señaló Michael Green, Director Ejecutivo de SPI. Siguiendo esta línea de pensamiento, en 2013, el gobierno de Paraguay lo formalizó como un parámetro adicional al PBI para analizar las políticas públicas y establecer objetivos de mejora. Mientras que el gobierno de Michigan, en Estados Unidos, hizo lo mismo para guiar las estrategias de ciudades como Detroit.