El cambio climático en 2014, un balance de cara a París


Desde la Cumbre de Nueva York a la COP 21 en Lima, repasamos los avances en las negociaciones durante el año más calurso de la historia, así como los desafíos que quedan por delante para París 2015.

Durante mucho tiempo, el cambio climático fue considerado un invento de alarmistas verdes. Sin embargo, desde hace un buen tiempo, sus impactos hablaron por sí mismos y líderes empresarios y gubernamentales no pudieron más que poner el tema en agenda.
En el que fue el declarado como el año más caluroso de la historia, los gobiernos, las compañías y las personas de todo el mundo se hicieron oír para hacer frente a la problemática del cambio climático como nunca antes. El 2014 fue un año de diversas iniciativas que pusieron a la temática en el centro de la agenda global: manifestaciones multitudinarias, acuerdos políticos y nuevos proyectos corporativos buscaron despertar del letargo general e intensificar la acción.

Una semana de mucho ruido
Entre ellas, en el marco de la Semana Climática en Nueva York, la Cumbre Climática de las Naciones Unidas en Nueva York dio cita a cientos de actores de peso. Durante el megaevento, del que no estuvieron ausentes las clásicas peleas entre países industrializados y en vías de desarrollo, se hicieron varios anuncios y se formaron distintas coaliciones para hacerle frente a algunas problemáticas ambientales puntuales.

Entre los puntos más logrados y que sirvieron para mirar a futuro, los participantes se comprometieron a limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 grados centígrados y aceptaron llevar adelante un acuerdo climático durante el cada vez más cercano París 2015. Junto a este tema se destacó la fijación de un precio al carbón, iniciativa que contó con el apoyo de 74 gobiernos nacionales, 23 gobiernos regionales y más de 1.000 hombres de negocios e inversores, incluyendo a personajes decisivos como China, Sudáfrica y Rusia.

“Lo que vivimos hoy y a lo largo de la Semana climática de Nueva York es la convergencia de una serie de puntos de inflexión: la presión pública, la aceptación de la ciencia y un reconocimiento creciente de que tanto la economía como la tecnología se encuentran en un lugar óptimo para abrazar la revolución limpia. Esto hace que ahora sea inevitable que llevemos las cosas hacia adelante”, comentó por esos días Mark Kenber, CEO de The Climate Group.

Sin embargo, pese a los diversos compromisos que se celebraron que afectaron a distintas regiones, muchos especialistas y ambientalistas consideraron que el esfuerzo fue insuficiente. Las miradas escépticas también se centraron en China y su actitud durante el encuentro, ya que además de enviar autoridades de segunda línea a la cumbre, se mostraba resistente a reducir sus emisiones para no desacelerar su economía.

El despertar de un titán
De todos modos, hasta los más cínicos deben reconocer que hemos ingresado a una nueva era en la lucha contra el cambio climático cuando en noviembre el testarudo gigante asiático y Estados Unidos firmaron un histórico acuerdo. El presidente chino Xi Jinping y su par estadounidenses, Barack Obama, hicieron el anuncio durante una conferencia de prensa después de dos días de reuniones en Pekín, en el marco de la cumbre de la APEC (Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico). “Este anuncio conjunto plantea una oportunidad tanto en lo práctico como político para avanzar hacia el nuevo acuerdo climático universal de París, a finales de 2015”, aseguró en ese momento Christian Figueres, Secretaria Ejecutiva de la
Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).

China se comprometió a que sus niveles de emisiones alcanzarán su nivel máximo en 2030, cuando empezará a reducirlas, y anunció que en ese año un 20% de su energía será de fuentes limpias y renovables. En cuanto a Estados Unidos, aseguró que disminuirá sus emisiones para el 2025 entre un 26% y un 28%, con respecto a los niveles de 2005, lo que supone el doble del recorte previsto entre 2005 y 2020.

Estos países históricamente se opusieron a dar pasos significativos en la materia y su decisión de unirse a la causa modifica el panorama, ya que dejan de servir de excusa para el resto de los países que se escondían detrás de su inacción. Con este cambio, en 2015 los ojos se posan en India, el tercer mayor emisor de gases, para que también recapacite y asuma una mayor responsabilidad.

De Lima a París
Más allá de los grandes avances, la Cumbre Mundial de Cambio Climático que se realizó en Lima durante el mes de diciembre le quitó mucho del empujón que venían teniendo las negociaciones. La expectativa de lograr un borrador sólido, que permitiera avanzar hacia un nuevo acuerdo global a partir del 2020, no se concretó. Lima se sumó así a cumbres anteriores como la de Cancún, Durban, Doha y Varsovia, también escenarios de negociaciones para tratar de lograr consenso internacional.

De todas formas, el texto final denominado "Llamada de Lima a la Acción Climática” aprobado por los 196 participantes no es tan decepcionante como muchos lo pintan. “Lograr un acuerdo entre casi 200 países no es fácil, sobre todo si consideramos el impacto que las modificaciones tienen en las economías”, explicó Marcelo Iezzi, Líder de la práctica de Desarrollo Sostenible en PwC Argentina, quien estuvo presente en la COP 20.

Iezzi destacó la diferencia sustancial a la que se llegó en materia de reducciones. Lo que antes era territorio exclusivo de algunos países, pasa a ser un compromiso para todos, hasta ahora no vinculante. “Queda para París 2015 la responsabilidad de generar un protocolo que remplace el de Kioto para hacerlo vinculante”, sostuvo el representante de PwC.

El punto más conflictivo fue el referente a las “responsabilidades comunes pero diferenciadas” en materia de emisión de gases, tema que casi provocó el colapso de las negociaciones cuando los países en vías de desarrollo se negaron a firmar un tratado que dejaba en clara ventaja a los desarrollados. Este rechazo llevó a la redacción de un nuevo texto durante un tiempo suplementario, hasta que se llegó al concepto de “responsabilidades comunes pero diferenciadas, a la luz de sus capacidades respectivas y de las circunstancias nacionales”. Si bien este principio logró el común acuerdo, no dejó nada concreto.

Otro aspecto que se transmitió en el documento es la importancia de la adaptación en la lucha contra el Cambio Climático. Esto implica un mayor compromiso en la elaboración de los Planes Nacionales de Adaptación. Como detalló Iezzi, se trata de una invitación de carácter voluntario a los países a presentar sus compromisos de reducción durante el primer trimestre de 2015 y que se irán publicando en el sitio web de las Naciones Unidas. El 1 de octubre los compromisos recogidos se incluirán en el borrador de la COP 21 y se tendrán en cuenta para posible financiamiento internacional que permita llevarlos adelante.

Esta adaptación de los países más afectados por el cambio climático espera ser financiada por el Fondo Verde para el Clima, que alcanzó los US$ 10.000 millones en la cumbre de Lima. Esta cifra que si bien al principio resulta alentadora todavía parece insuficiente, si se tiene en cuenta el objetivo planteado de alcanzar US$ 100.000 millones anuales a partir del año 2020.

"La COP 20 en Lima representó un pequeño empujón hacia delante (….). Claramente hay un vacío que no se ha podido salvar entre los mensajes de la comunidad científica, que alertan sobre las consecuencias peligrosas de un aumento de la temperatura promedio de la tierra superior a 2 grados centígrados, y la capacidad de nuestros sistemas políticos y económicos de alcanzar acuerdos que eviten esa trayectoria”, opinó Daniel Ryan, Director de Investigación de FARN, quien también participó de la Cumbre en Lima.

Con este panorama, en lo que es considerada por muchos expertos la última oportunidad de salvar al planeta, 192 países intentarán llegar a un acuerdo global en la próxima maratón de negociaciones de dos semanas en París en diciembre (COP 21), una de las tareas políticas más ambiciosas de la historia.

Es que seis años después del fracaso de Copenhague, diciembre de 2015 pareciera ser la fecha tope que la comunidad internacional se puso como meta para llegar a un consenso sobre un texto. El futuro acuerdo debe tomar el testigo a partir de 2020 del protocolo de Kioto, que preveía reducciones obligatorias de los gases de efecto invernadero solo para los países ricos.

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