En la séptima edición de este certamen (ex BID Challenge) se premiaron dos emprendimientos que unieron impacto social y ambiental. En una ronda de presentaciones, los 22 finalistas buscaron además clientes e inversores.
Cada vez son más las personas que se suman a la fauna local de emprendedores que quieren cumplir con la triple línea de resultados. A esto se suman año a año iniciativas no solo para reconocer su esfuerzo, sino para ayudarlos a concretar sus sueños. Los Premios Mayma (ex BID Challenge) son un ejemplo de ellas. El pasado primero de abril se llevó adelante su séptima edición en la Universidad de San Andrés, donde los participantes intentaron conseguir inversores, clientes, proveedores y aliados que se encontraban en el auditorio.
“El objetivo es fortalecer a un emprendedor que tiene una mirada bastante diferente al emprendedor habitual, porque busca beneficiar a las personas y al planeta por encima de la búsqueda de lucro”, sostuvo al respecto Margarita Carlés, Coordinadora de los Premios Mayma. Apuntó que, aunque obtener ganancias es importante, ya que da una dinámica especial a los proyectos y muchas veces garantiza que se logre el impacto deseado, lo importante es generar una transformación positiva en el entorno.
Siguiendo este pensamiento, son muchos los emprendedores que están uniendo esta búsqueda de un mundo mejor con las mecánicas de gestión y de mercado. Ejemplo de ellos es la convocatoria que tuvo esta nueva edición de los premios. Este año se presentaron 93 proyectos, se ofrecieron 68 mentorías y 10 capacitaciones gratuitas, y se eligieron a 22 finalistas de siete provincias (Chubut, Santa Fe, Córdoba, Tierra del Fuego, Salta, Mendoza, Buenos Aires y CABA), quienes presentaron sus proyectos ante un grupo de jurados e inversores.
Ganadores 2014
Las categorías evaluadas fueron empresa con mayor impacto ambiental positivo y compañía con mayor impacto social. En esta ocasión, a los ganadores del primer premio no se les hizo distinción porque se consideró que ambos poseían las dos cualidades. El primero de ellos fue Ezequiel Gatti de Xinca S.A. de la ciudad de Mendoza, creador de una línea de zapatillas a partir de material reciclado de su localidad. El calzado tiene en su suela reciclado de neumáticos y en la capellada reutiliza telas de trabajo, jeans en desuso y otras telas. Además, en el proceso de pegado, cortado y adecuación participa una organización social.
El otro emprendedor que resultó electo fue Fernando Rabellini, de Villa Allende, Córdoba, que generó Toncarton – Juguetes y Eco Diversión. Se trata del diseño, producción y comercialización de juguetes 100% reciclables como una propuesta lúdica y educativa que busca fomentar la creatividad desde temprana edad en los niños, el desarrollo de la imaginación y la vuelta al empleo de materiales básicos.
Además de haber sido ganadores, los dos recibieron $20.000 en efectivo. Tras ser evaluados uno por uno por tres grupos de jurados, también hubo menciones especiales para los trabajos de Cristian Orellana de Comodoro Rivadavia, Chubut por Ecoil Safety; Mariano Salerno e Ignacio Delfino de CABA por Achalay Sustentable – Alimentos y Artesanías; y José Manuel también de la ciudad porteña por Más que Huertas – Mesas de Cultivos para Huertas Urbanas.
Como en ocasiones anteriores, se observó que la cantidad de proyectos sociales ha sido menor que aquellos ecológicos. “Generalmente cuando uno convoca a un emprendedor social a que presente un proyecto empresarial se traslada lo ambiental más rápido que lo social porque la sociedad todavía no se ha avivado de las oportunidades que hay para generar empresas que tienen impacto en la inclusión”, opinó al respecto Carlés. De todas formas, apuntó que si bien son menos en cantidad, el potencial que tienen es igualmente grande.
El jurado de los premios estuvo formado por líderes y referentes de la sustentabilidad del ámbito empresarial y del tercer sector, y evaluó a los finalistas con la modalidad elevator pitch. Se trata de una “presentación de ascensor” de tres minutos basada en el supuesto de lograr convencer a alguien en el tiempo que se tarda en subir desde un piso a otro. Para que estuvieran a la altura del desafío, hubo mucho entrenamiento previo para que los participantes aprendieran a transmitir su idea de manera efectiva en cualquier contexto.
Sin embargo, Carlés señaló que si bien la dinámica elegida es la de certamen porque permite atraer la atención de todos, la competencia no es el fin. “Las presentaciones no son para competir, lo más importante es que se generen redes entre los emprendedores mismos y adopten los principios de nuestro certamen”, explicó al respecto.
Esto deja entrever que el objetivo principal va más allá del de potenciar y capacitar a estos líderes de las nuevas economías que tienen empresas ya establecidas o que recién empiezan, y estén buscando una inversión entre $50.000 y $1.000.000. Lo que se quiere generar es un verdadero cambio. “Creo que hay todo un grupo de personas que nos hemos dado cuenta de que no hay tiempo, la humanidad está en un estado catatónico y Argentina no es la excepción”, alertó Carlés. Los miles de millones de personas sin acceso a nada, la violencia en ascenso y los estragos de la drogadicción son algunos de los puntos que enfatizó.
“Desde la empresa, desde el quehacer que hagamos, hay que modificar para incluir y cambiar los valores de la economía, de nosotros y de la sociedad”, agregó al respecto y destacó la importancia del trabajo de la gente que se da cuenta de que puede unir las dos cosas e intenta vivir de algo que genere transformación.
Los Premios Mayma son organizados por Contribuir al Desarrollo Local en alianza con el Centro de Innovación Social de la Universidad de San Andrés, con Sistema B y Socialab, y este año fueron apoyados por Banco Galicia, Patagonia Inc., AVINA, OikoCredit, Pan American Energy y Danone Aguas Villa del Sur.